5.2.09

Viaje al pasado, al presente y al futuro.


Este pasado domingo uno de nuestros patrocinadores, Casa Mone, inauguró su nuevo local. Es una circunstancia curiosa, puesto que esta a solo unos cuantos metros del anterior emplazamiento, también en la Plaza de los Arcos e incluso en la misma acera que el antiguo, pero simboliza tantas cosas que casi no se por donde empezar.

Siendo sinceros, la primera vez que yo entré en el antiguo Casa Mone lo hice con cierto recelo. Acabábamos de jugar contra el equipo patrocinado por el bar (el hoy Casa Mone-Decoegea) y surgió de alguien la propuesta de subir allí a tomar algo, creo que de Victor. Yo dije que no me parecía bien subir justo en ese momento, puesto que acabábamos de ganarles y alguien podría interpretarlo un poco como un gesto innecesario. Pero la opinión general era que no tenía por qué pensar nadie eso, y menos conociendo al rival, que eran y son bastante majos. Al llegar nos saludamos con ellos y después nos sentamos a tomar algo en una mesa baja con bancos de mimbre, algo hundidos.

Y poco a poco fuimos cogiendo gustillo al sitio, a lo que ofrecían y a la gente que lo frecuentaba. Mario, Mónica y Juan Pablo tienen gran culpa de todo ello. No en todos los sitios que visita uno puedes llegarte a sentir como en casa. Pero allí, nosotros lo conseguimos. Y anécdotas no faltan para contar, como el día que nos quedamos compuestos y sin cena de equipo por un plantón histórico de otro local. Mario, en lugar de decirnos nada o simplemente regodearse por no haber confiado en él, nos dijo que nos pasáramos luego a tomar algo, y aquello acabó convirtiéndose en quedarnos hasta cerrar el bar. Después, montó en una semana una cena para los quince o dieciseis que éramos. Una cena que estuvo espectacular.

Después vinieron muchas cosas más, las raciones de patatas con alioli y después oreja, las fotos de Cris, los mil y un detalles mutuos, las risas viendo Gran Hermano un miércoles por la noche con el bar casi vacío. El co-patrocinio del equipo no es tanto un acuerdo como la consecuencia lógica de todo el proceso.
A mi hay escenas que se me han quedado grabadas en la memoria dentro de ese bar, como ver a Paula y Yoli hacer rabiar a Víctor poniendo el gesto ese suyo con los dientes, las risas que nos echamos con Mario viendo a Rubén algo pasao de rosca en una cena o a más de uno mirando de reojo el partido de la Sexta en la tele por si marcaba gol el Villareal. O las veces de pedirles a los niños que salían a la calle que cerraran la puerta que se escapaba el gato.

En el nuevo local la puerta tiene un muelle que hace que se cierre sola, el espacio es mayor, incluso tiene un comedor decorado con un buen gusto exquisito, y no es palabrería. Pero lo más importante, para mí, es que tiene toda la pinta de que también vamos a acabar sintiéndonos como en casa. El domingo pasado, en dos horas, las sensaciones eran muy parecidas, aunque nuevas, a las de la vieja corrala. Aunque no hubiera que decirles a los niños que se escapaba el gato y no se hundiera un poco el culo en los bancos.

Y así llegamos del pasado al presente. Les/nos queda el futuro sobre la nueva tarima.Enhorabuena a los responsables del bar por el cambio y gracias por el esfuerzo para que los que vamos estemos más cómodos.




Por eso, y por todo lo demás...

1 comentario:

Anónimo dijo...

La polla