16.6.09

Visto desde arriba

(hoy no voy a hablar de fútbol casi, ni de nuestra liga. Hoy hablo de sentimientos relacionados con el deporte y la amistad, que creo que son los dos pilares fundamentales de este blog)




Hubo un tiempo en que pasaba del fútbol. En que yo pasaba del fútbol de manera notoria porque solo tenía ojos para el baloncesto, más en concreto para la NBA. Recuerdo pasar tardes enteras viendo partidos grabados de La 2 y tomando cada comentario de Ramón Trecet y Esteban Gómez, los comentaristas de las retransmisiones, casi como lecciones a fuego. Recuerdo comprarme la revista Gigantes cada semana y devorar los reportajes que ahi venían, flipar con las columnas de opinión, hacer hasta un coleccionable de leyenda, que me enseñó nombres tan importantes para este deporte como George Mikan, Wilt Chamberlain o Fernando Martín, que había fallecido hacía unos años y ya era leyenda del baloncesto español.

Recuerdo que todo eso lo hacía junto a mi mejor amigo del colegio, como recuerdo que jugábamos juntos en su canasta. Su padre le había puesto una canasta hace muchísimos años en la terraza de su casa, una canasta lo suficientemente alta, en aquel entonces, para que pudiera hacer mates, y nosotros, claro, imitábamos a un viejuno Dominique Wilkins, a un casi novato Shaquille O'neal, o a Michael Jordan y a Charles Barkley, que para eso estos dos últimos eran nuestros jugadores favoritos, con los que habíamos forrado nuestras carpetas y nuestros corazones, si me apuran un poco. También teníamos un huequito para nuestro Real Madrid, aquel que tenía a Arlauckas y Sabonis y ganó una Final Four, y algo menos, en aquellos momentos, para el futbol, con los últimos coletazos de la Quinta del Buitre. Recuerdo que a nosotros eso de salir por ahi al Dorado, que era una discoteca light los sábados, no nos ilusionaba demasiado asi que nos comprábamos unas pipas, unas cocacolas y nos íbamos o a ver un partido de la liga española por Telemadrid, fuese el que fuese. Y cuando terminaba el partido, para casa. Como mucho una partida al Golden Axe de su Master System mientras hablábamos de alguna niña del cole que nos gustara.

Pero el baloncesto era lo que nos hacía más felices, cabrearnos el uno al otro porque sus Bulls habían ganado a mis Suns, o porque Barkley era mejor reboteando que Jordan, y además no tenía a Scottie Pippen de compañero. O hablar ilusionados porque había un par de chavales españoles jugando en la NCAA (liga universitaria americana) y que ojalá llegaran a la NBA como había logrado una sola persona en todas las generaciones de nuestro país. En aquel momento, una cosa impensable. Como luego se demostró.

Fuimos creciendo y poco a poco la vida fue llevándonos por caminos separados. La última época del colegio a él le iba atrayendo más la idea de salir por ahí, mientras que yo era el más feliz del mundo, por ejemplo, leyendo el Marca, que en aquella época era un periodicazo bueno de verdad. Y mientras él salía algunos días, yo me quedaba viendo el fútbol en casa tan agusto, viendo la liga de fútbol o leyendo previas del Mundial USA'94. Con el cambio del colegio al instituto se produjo el distanciamiento definitivo, pero de la manera más natural posible. Simplemente él siguió su camino, sus amistades, y yo el mío y mis amistades. Cuando nos encontrábamos por ahí en algún bar de copas nos saludábamos, charlábamos un poco y tranquilamente nos despedíamos hasta la siguiente vez.

Un domingo por la mañana el teléfono de mi casa sonó a una hora bastante extraña. Y nos trajo la terrible noticia.

Un domingo por la noche, Pau Gasol se ha convertido en el primer español en ganar el campeonato de la NBA. Un sueño que hace años era imposible llegar a tener porque el mero hecho de que otro español llegara a jugar aquella competición era un sueño en sí mismo.

Yo no creo que mi amigo se lo haya perdido, seguro que ha visto a Pau Gasol desde arriba.

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